En un rincón secreto de mi mente, donde las sombras se entrelazan con la luz, habita un torbellino de emociones que despiertan cada vez que pienso en ti. Es un lugar donde los susurros del corazón se vuelven poesía, y cada latido se transforma en una melodía que solo yo puedo escuchar. En este laberinto de pensamientos, tu imagen brilla con la intensidad de mil estrellas, iluminando mis noches en un cielo cargado de anhelos.
A veces, me pierdo en la fragancia de los momentos compartidos; el eco de nuestra risa resuena en mi interior, convirtiéndose en el refugio que busco cuando la soledad se asoma. Imagino tus ojos, profundos como el océano, y en su mirada encuentro el consuelo que no sabía que necesitaba. Cada conversación, cada toque casual, se convierte en un destello en mi mente, y en ese instante, el mundo se desvanece. Es solo tú y yo, suspendidos en el tiempo, donde todo lo demás es mero ruido.
Pero hay pensamientos que guardo celosamente, como un tesoro escondido. En mis sueños, a menudo me veo abrazándote, sintiendo la calidez de tu ser junto al mío, mientras el universo conspira para unir nuestras almas. Sin embargo, la realidad es un lienzo pintado de dudas. Me pregunto si sientes lo mismo, si mis susurros silenciosos llegan a tu corazón, o si simplemente soy una estrella errante en tu firmamento.
El miedo a la vulnerabilidad se cierne sobre mí, como una sombra que me detiene justo antes de confesar lo que mi corazón grita en silencio. ¿Qué pasaría si mis palabras desnudaran el alma que he escondido tan cuidadosamente? En este vaivén de incertidumbres, me aferro a la esperanza. Tal vez, un día, nuestros caminos se entrelacen sin muros ni reservas, y esos pensamientos ocultos puedan danzar a la luz del día.
Mientras tanto, seguiré soñando. Soñando con la posibilidad de que mis sentimientos se transformen en algo más que un susurro perdido. Con cada amanecer, despierto con la certeza de que en el fondo de mi ser, eres la respuesta a preguntas que ni siquiera me he atrevido a formular. Y en lo más profundo de mi mente enamorada, sé que el amor, aunque oculto, está destinado a florecer, como el brote más tierno de la primavera.